La peste del olvido
Luis Álvaro Mejía
El libro de Héctor Abad Faciolince, “El Olvido que seremos”, editado por Planeta, es el testimonio de una vida maravillosa, y de una muerte infame fraguada en el oscurantismo de unos cerebros de hombres fanáticos, llenos de odios e insertos en una sociedad que niega esa actitud humana comprometida con el dolor de los débiles. La Historia de un humanista que jugó su vida alrededor de la solidaridad, desconociendo el peligro que para muchos significa el hecho de sentir en la piel la miseria y la pobreza de un pueblo que vive en la desesperanza.
Es este un homenaje a la vida, un viaje por los recuerdos que dejan en el corazón el amor de hombres que han dignificado con su actitud, la existencia misma. Un homenaje a la memoria, esa memoria que se resiste a la peste del olvido. “Vivimos en un país que olvida sus mejores rostros, sus mejores impulsos, y la vida seguirá su monotonía irremediable, de espaldas a los que nos dan la razón de ser y de seguir viviendo. Yo sé que lamentarán la ausencia tuya y un llanto de verdad humedecerá los ojos que te vieron y te conocieron. Después llegará ese tremendo borrón, porque somos tierra para el olvido. La vida, aquí, están convirtiéndola en el peor espanto. Y llegará el olvido y será como un monstruo que todo lo arrastra, y, tampoco de tu nombre tendrán memoria. Yo se que tu muerte será inútil, y que tu heroísmo se agregará a todas las ausencias”, palabras de Manuel Mejía Vallejo, hace 20 años en el entierro de Héctor Abad Gómez.
Es una historia de vida y de compromiso con la realidad del país. Ese viaje que emprendemos al tomar el libro en las manos, nos traslada en el tiempo, a una época donde Abad Gómez y tantos hombres soñaban, y sentían en el corazón la angustia de miles de colombianos humildes. Se transita en sus páginas, por los parajes del amor, la solidaridad y la tolerancia, de un hombre extraordinario, hasta llegar a ese punto final, donde la muerte corta para siempre, de un tajo, la vida.
Hay silencio en el corazón, pero hay luz en la razón. Entendemos que el olvido ha sido uno de los males que de esta sociedad. Hoy cuando abrimos las páginas de un libro como el de Abad Faciolince, liberamos el espíritu maravilloso de un hombre perdido en el olvido de todos los tiempos. Pero igualmente hoy, cuando se abren miles de fosas, se liberan igualmente miles de almas de hombres mujeres y niños, que permanecían en la penumbra del olvido. Hoy sabemos quienes son y donde están, y eso nos permite pensar que pueden descansar para siempre. Su espíritu ya libre, alimentará esa inmensa sed de paz que anhela este país. Su sangre que corre por las venas de esta tierra que los acoge, alimentará de color rojo intenso ese jardín maravilloso de rosas rojas que sembraron en nuestro corazón.