|
La importancia de lo que nos preocupa
Harry Frankfurt
(272 p, Katz)
Por Felipe de Brigard
Con un simple “all you can do I can do meta” (algo así como, “todo lo que tú puedes hacer yo lo puedo meta-hacer”), definió alguna vez Douglas Hofstadter, medio en broma medio en serio, al quehacer del filósofo. Nada lejos de la realidad. Tómese un ensayo como el famoso “On Bullshit”, de Harry G. Frankfurt, incluido en esta magistral traducción de su colección de ensayos filosóficos La importancia de lo que nos preocupa ( The Importance of What We Care About , en su inglés original). Sólo a un filósofo puede ocurrírsele que la mejor manera—si no la única—de comprobar si la filosofía no es más que “echar carreta” ( to bullshit ) consiste, justamente, en someter al término “bullshit” al concienzudo escrutinio del análisis filosófico. De forma que, al demostrar la existencia de diferencias semánticas irremediables entre ambas expresiones (i.e. “filosofar” y “ to bullshit ”), Frankfurt se permite concluir, con la certeza apodíctica que le otorga el rigor lógico, que filosofar, por definición, no es lo mismo que echar carreta. All you can do, I can do meta . Genial.
Pero “On Bullshit” es sólo uno de los muchos ensayos contenidos en este volumen, cuyo nombre, precisamente, se le debe a otro célebre trabajo suyo, de idéntico título y publicado en 1982, incluido también. Y no es fortuito que haya sido así. Con la acuciosa maestría que sólo el riguroso entrenamiento analítico permite, Frankfurt examina algunas de las preguntas fundamentales con que todo filósofo—o, por qué no, todo al que le interese la naturaleza humana—tarde o temprano, e independientemente de su área de especialización, termina topándose alguna vez. Pero además, al hacerlo, vuelve a cautivar nuestro interés, vuelve a recordarnos por qué esas preguntas sin respuesta siguen siendo importantes. Hasta aquí podría no distinguirse de ningún otro filósofo analítico, medianamente decente, interesado en la ética o en el estudio de los dilemas morales derivados del problema del libre arbitrio. Sin embargo, el peculiar modo en que Frankfurt se enfrenta a tan consabidas preguntas, no sólo es formalmente novedoso sino que consigue tañer algunas fibras intuitivas que por muchos siglos de discusión filosófica permanecieron simplemente inactivas. Si alguien es coaccionado a realizar un acto inmoral, por ejemplo, sin otorgársele ninguna opción alternativa, la mayoría nos sentiríamos inclinados a expiar su responsabilidad moral en virtud de esta forzosa obligación. Esa, al menos, es la reacción inicial que heredamos de Aristótles, de Kant y de Mill—por mencionar a unos pocos. ¿Mas qué diríamos—se pregunta Frankfurt—de ese para quien la coacción no es más que una oportuna coincidencia, un regalo que el destino ha puesto en su camino, tras haber forjado dentro de sí el profundo deseo de realizar precisamente aquel acto inmoral de cuya responsabilidad le eximiría la coacción? ¿Querríamos también eximirle de su culpa? “Hmm—dice uno—No había pensado en eso.”
Lo realmente fascinante de la obra de Frankfurt es que este mismo pensamiento se repite una y otra vez a lo largo de los 13 ensayos que la componen. Qué me dicen de su idea, expuesta en el ensayo “Identificación y externalidad”, de que así como hay movimientos corporales que bien pueden no adjudicársele a una persona—como cuando somos empujados por alguien en un bus, sin que ese alguien sea el responsable de ese evento—pueden asimismo existir pensamientos sin sujeto, como cuando un recuerdo nos viene a la mente sin que hayamos intentado recobrarlo conscientemente. Suena razonable, ¿no? No obstante, si es así, ¿cómo acomodamos la posibilidad de que haya pensamientos sin sujetos? Puede que en la superficie las preguntas sean las mismas, pero la capacidad para detenerse y preguntarse, por primera vez, dónde radica la importancia que le otorgamos a estas dichosas preguntas, es lo que hace de este libro la valiosa y refrescante obra que es. All we can do, Frankfurt can do meta . Brillante.
La gente sostiene que la filosofía ha estado estancada por siglos—o que, si acaso, se mueve en círculos. Es posible, pero la verdad es que no lo sabemos a ciencia cierta. Hay una insoportable cantidad de obras que parecen generar suficiente evidencia para confirmar tan desalentadora hipótesis. Pero sigue siendo sólo una hipótesis. Y para aquellos que aún abrigamos la esperanza de que resulte ser falsa, la lectura de “La importancia de lo que nos preocupa”, donde Frankfurt logra descubrir recovecos inexplorados en tierra conocida, consigue sin duda dibujarnos una confortante sonrisa en el rostro.
Volver arriba |