Revista de Libros |
No. 8 l Abril 2006 |
Wasabi Por Javier Moreno Wasabi es una máquina precisa, el resultado de un trabajo metódico de diseño en el que cada palabra fue elegida con un propósito concreto. Si ha visto el libro, tal vez me corrija: debí haber dicho una maquinita , pues tiene apenas ciento cincuenta páginas y letra inmensa, para miopes y viejos. Pero lo cierto es que los diminutivos no le van bien porque es densa, profunda, como esas cajas de mago en las que cabe hasta un piano de cola. Narra la historia de un escritor argentino de viaje por Francia junto a su esposa. A su paso por París, el protagonista, a quien escuchamos desde adentro, pondrá en marcha un plan secreto que lo conducirá, si tiene suerte, a un crimen inexplicado que a mí me sabe a venganza. Hastiada y confundida, la mujer escapará a Londres. La tragedia sobrevendrá. Usted caerá en una trampa si la lee afanosamente, engañado por su aparente brevedad. La indigestión, además, será terrible. Wasabi se merece una lectura pausada, de catador, un capítulo por día si acaso. Wasabi , como esa pasta verde a la que debe su nombre, baja mejor en dosis pequeñas, lamido letra a letra, degustando las páginas, los cortos capítulos. Es una novela de andar con cuidado, de no dejarse ir. Una novela, toda ella, engañosa, repleta de lugares comunes levemente modificados, transformados en emboscadas. Una novel(it)a-enfermedad que contagia al lector, tanto como a sus protagonistas, de forúnculos, narcolepsias y náuseas hasta hacerlo perderse entre ficciones enmarañadas con sueños y realidades. Tal vez sea sensato comprar un seguro antes de leerla. |