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Revista de Libros
No. 7  l  Marzo 2006


DICCIONARIO PANHISPANICO DE DUDAS

Real Academia Española & Asociación de Academias de la Lengua Española
(848 páginas, Santillana, $60.000)

Por Luis H. Aristizábal

Si como dijo el filósofo, a lo más lejos que puede llegar el hombre en el camino del conocimiento es a organizar y a catalogar un poco sus infinitas perplejidades, un diccionario de dudas promete ser un buen comienzo. El pretensioso término panhispánico sugiere que se trata de un catálogo de todas las dudas que aquejan al hombre hispanoamericano, pero pronto es evidente que se trata solamente de un diccionario de dudas gramaticales. Y en tan vasto terreno no hay espacio sino para unas cuantas. Hemos buscado inútilmente aquí palabras como coger y pitillo , cuyos usos disímiles y equívocos en diversos países son –sin redundante duda– dudas. Pero al parecer no se trata de dudas en cuanto a los usos regionales; de modo que al que busque esos nombres de árboles, que cambian cada cien kilómetros, o los de las mil plantas de la exhuberante naturaleza, este libro no le será útil. ¿Entonces por qué sí aparece el término puntilla o puntillas ? No lo sé. Se concluye que se trata de un diccionario de dudas frecuentes de todo tipo, tanto de las grafías como de los significados que suelen ser confundidos por el hablante y por el escribiente común y que, en el peor de los casos, como en el patético caso del millardo , pueden terminar afectando incluso su bolsillo. En especial, insiste en los problemas frecuentes de género y número. Así, los habían cuatro personas  o los han habido muchos casos, que nos regalan con inusual persistencia los noticieros, están muy bien explicados aquí.

Lo más interesante y valioso para mí es que las incorrecciones más frecuentes tienen entrada propia y explicación detallada y que los ejemplos, aunque en buena parte pasen con todo irrespeto de Cervantes a la atroz prensa española, son mucho más ilustrativos y adecuados, por ejemplo, que los del diccionario de Cuervo. Pero si como los redactores advierten en la presentación, al final la única legislación posible en este tema es el uso, entonces usted, el erudito paciente, el único que conoce el verdadero significado de álgido (ignorado aquí), corre al albur de convertirse con el tiempo en el único que ignore su verdadero significado, esto es, el erróneo que le da el público.

Ya no hay galicismos, por desuso, ni anglicismos, por abuso. El lector advertirá que los galicismos desaparecieron, junto con el idioma francés, del mundo cultural hispánico. Uno de los antaño más usuales, el donde , en lugar de en el que , o en el cual , corrupción del francés , ya no se considera erróneo. Los anglicismos también se fueron, puesto que ahora se cuentan por millares los términos tomados del inglés y trasplantados sin ni siquiera poner anestesia al paciente.

Lo más alarmante de esta ambiciosa obra es comprobar que las academias de los países hispanohablantes claudicaron en ominoso silencio y que la che (ch) ha desaparecido como letra propia, al menos en el orden alfabético (de la eñe quedan tres ejemplares en algún zoológico). Otra tendencia en la que incurre el diccionario es la de apocopar los nombres propios ( mndzpidal , por ejemplo, es Menéndez Pidal). De ahí al mundo anglosajón de las siglas, no estamos sino a un paso.

Me sorprende igualmente la laxitud que se ha apoderado de las academias en cuanto al espinoso tema de los fraccionarios y de los ordinales , fuente de amenas discusiones de mesa. La tabla de los fraccionarios es un monumento a la flexibilidad y puede conducir a confusiones con la tabla de los numerales ordinales . Ya veinteavo y vigésimo son la misma cosa.

Este libro no adolece de defectos. Pero hay que tenerlo. Si lo que a usted le gusta es hojear y ojear los libros en busca de maravillas escondidas, este diccionario es suyo. Se podría preveer que tiene un precio exhorbitante . Pero no. El diccionario tiene, como su hermano un año mayor, el Quijote de la Academia , un precio bastante accequible .

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