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Revista de Libros
No. 6  l  Diciembre 2005


Seda
Alessandro Baricco
(125 páginas, Anagrama)

Por Víctor Albarracín

Se trata de recomendar un libro para regalar en navidad. Y habría entonces que empezar por preguntarse a quién. Porque un regalo, uno de verdad, no se da a cualquiera. Es más, un regalo verdadero no se da ni se recibe, casi no tiene sustancia y se escurre entre los dedos como la seda, es decir, como la nada.

Hervé Joncour es el protagonista de mi regalo. “Uno de esos hombres que prefieren asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración a vivirla ”. Un hombre que, hasta 1861, año en que Flaubert escribía Salambó , se había dedicado a comerciar huevos del gusano de seda. Viajando a Siria y Egipto para esquivar un brote de pebrina que azotaba a Europa, partiendo siempre en enero y regresando a Lavilledieu, su pueblo, “el primer domingo de abril, generalmente a tiempo para la misa mayor.”

La epidemia de pebrina crecía. Nadie sabía aún sobre el joven Louis Pasteur. El mundo conocido parecía infestado. Los gusanos morían y la industria de la seda se enfrentaba a la posibilidad de su desaparición. Y entonces Baldabiou, mentor de Joncour, con la fe puesta en Santa Inés y en lejanas historias de marineros, decide enviarlo al “fin del mundo”.

Hervé Joncour viaja a Japón buscando huevos sanos. La materia prima de esa seda que es como coger la nada. Y aunque logra su cometido, volviendo a Lavilledieu con huevos perfectos de los que nacen gusanos que producen la mejor tela vista en Europa, a Joncour, por un amor sin palabras, apenas sostenido de una mirada y algunos ideogramas incomprensibles escritos en tinta negra, se le acaba de ir la vida en aire.

Alessandro Baricco es, quizás, uno de los pocos escritores vivos que puede hacer con las palabras lo que le da la gana. De la complejidad narrativa de City a la reconstrucción de la Ilíada , pasando por los ensayos sobre globalización recogidos en Next . Todos y cada uno admirables, pero ninguno como Seda , donde el límite de la literatura, es decir la nada, es trisado con la suavidad de un soplo.

Seda es una novela, si es que pudiera decirse novela por encima de poema o ensayo, escrita con un solo hilo fuerte y delicado que nos amarra a algo que no podemos aprehender, pero que se traduce en esa sensación de quien ve llover su propia vida o, según confiesa Joncour a Baldabiou, como “morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca”.

Y es que al final, como ocurre en este libro, la literatura termina regalándonos ese momento de vida que nunca tendremos, aunque lo rocemos mientras se escurre de nuestras manos, y que hay que saber muy bien a quién se dará.

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