| Inicio | Contenido | Contáctenos | Información sobre suscripciones | Paute en piedepágina 
Revista de Libros
No. 6  l  Diciembre 2005


Del editor
Alejandro Martín Maldonado

Va un año de piedepágina

Lo más satisfactorio del primer año de piedepágina es que ha sacado de sus trincheras a un grupo de lectores extraordinarios que no tenían un lugar para comentar los libros que acababan de cerrar emocionados. La revista, en otras palabras, le ha dado a una serie de fanáticos de la literatura la oportunidad de hablar de lo que más les gusta. Los ha confrontado con sus propias ideas (mejor: los ha obligado a articular lo que piensan) sobre la novela o la poesía o la historia. Articulistas finos, dibujantes de primera, ilustradores inigualables, entrevistados, entrevistadores, biografiados, biógrafos, cuentistas metidos a novelistas, novelistas metidos a bloggers, bloggers metidos a ensayistas, ensayistas convertidos en reporteros del crimen: todos han cabido en estos pies de página a los textos que las editoriales tienen la valentía de publicar todos los meses. Y el resultado ha sido una publicación narrada en primera persona que misteriosamente se ha abierto paso en tiempos de bajos índices de lectura.
Piedepágina se ha encontrado, en apenas cinco números, con sus propios lectores. Se trata de un público que parece exigirle atreverse cada vez más, unir los cabos sueltos de la literatura de estos años (presentar a ese Bolaño del que oímos hablar tanto, poner en contexto al Sebald aquel que citan los que saben, o como en este número, a mirar con detenimiento una obra fundamental como la de Beatriz González). Nos dan ánimo para jugar con más descaro con el cómic, buscar especiales sorpresivos o perseguir a los autores para conocer que está detrás del trabajo de personajes como Nahum Montt, Guillermo Martínez o la maravillosa Yolanda Reyes, con la que tuvimos la suerte de conversar en éste número.
Hemos entendido la revista como una guía de viaje. O, desde otro punto de vista, como una guía de buenas compras. En esta edición, por ejemplo, nos atrevimos a preguntarles a algunos lectores reconocidos qué libro regalarían si tuvieran que regalar uno mañana. Y todos nos respondieron de inmediato con una emoción que prueba que las lecturas son algo que se vive en grupo, entre amigos. La gente de los libros es más generosa de lo que parece: aunque existan unos pocos que quieren conservar el misterio del secreto, por lo general un libro fantástico es un descubrimiento que se quiere hacer llegar a los demás. ¿Cómo quedarse con todo eso para uno solo? ¿Cómo no conversar de todo eso que se ha vivido en la lectura? Compartir un escritor favorito, o un libro de culto, es algo que puede hace sentir una cercanía mucho más fuerte incluso que vivir en una misma casa.
Pero regalar un libro es algo delicado. Uno no sabe bien que fibra está tocando, con que procesos profundos se está metiendo. El libro preciso en las manos de un niño puede cambiarle la vida. Yo, por ejemplo, no puedo ver Tintín en el Tibet sin sentir que toda una vida se me viene encima como un alud. ¿Cuántas veces habré sentido pánico ante el temido Yeti? Puede ser por eso cada vez que puedo ir a Madrid tengo que visitar a Efigenio, el amigo de mi papá que me lo regaló cuando tenía apenas cinco años. Dar regalos es uno de mis artes favoritos: pongo la mente en blanco y recorro las tiendas a la espera del objeto que me diga que es el indicado, que está allí para la persona a la que quiero dárselo. Quizás por eso he disfrutado tanto este trabajo, me llegan los libros y tengo que pensar cuál es el indicado para quién. No es nada evidente y lo más fácil es equivocarse (muchas veces los expertos son los que menos disfrutan). Pero una infinidad de reseñas apasionadas me han hecho sentir que de pronto no lo he hecho tan mal.
La revista cumple un año. Recuerdo el día en que nos juntamos donde Moisés Melo con Juan Gabriel Vásquez y R H Moreno Durán. Aún no sabía para dónde iba todo esto, pero me sentí cómodo en un ambiente en el que era muy fácil comenzar a hablar por horas así no nos hubiéramos visto nunca. R H ya no está con nosotros, pero no lo olvidaremos: ésta es su revista. La oferta de publicaciones de carácter cultural en Colombia puede parecer inmensa y contemplamos la posibilidad de que se trate de una locura intentar mantener un proyecto de este estilo. Pero también lo consideramos un buen síntoma. Una reacción curiosa, por decir lo menos, a un momento en el que la opinión ha pasado de ser un deber a ser un derecho amenazado. Siempre, desde que tengo memoria, se ha hablado de las pocas oportunidades que tenemos. Estas revista se empeña en dar al menos una: la de no perderse los mejores libros que llegan a nuestras librerías.

Volver arriba


Todos los derechos reservados. | Imagen y texto © Revista piedepágina