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Revista de Libros
No. 6 Diciembre 2005

Del Director
Moises Melo

El reto de las editoriales universitarias

La apertura en las Nieves, en el centro de Bogotá, de la librería de la Universidad Nacional es la muestra más reciente del esfuerzo que se está haciendo para que los libros universitarios salgan y se aventuren más allá de los límites de las distintas academias. La aparición de una librería virtual, www.lalibreriadelau.com, especializada en estos libros, la presencia destacada de las editoriales universitarias en muchas de las ferias del libro y en particular en la Feria Internacional de Bogotá, con exhibiciones cada vez más cuidadas; los esfuerzos en el diseño de cubiertas y en la presentación atractiva de los títulos; el creciente número de obras publicadas y la selección misma de lo que ellas editan, que incluye una buena participación de libros de ficción, de arte o ensayos más generales, y el fortalecimiento de ASEUC, la asociación que agrupa a estas editoriales, son otras señales de este proceso.

Para que este florecimiento del sector pueda ser disfrutado por todos los lectores de la manera que se lo merece todavía hacen falta sin duda cambios adicionales que acaben de romper los persistentes guetos creados por los celos entre las distintas universidades, por el desdén hacia las actividades comerciales que hacen del libro una mercancía, por las trabas que la administración pone a este comercio o por el desprecio que con alguna frecuencia se desarrolla en el seno de las diferentes disciplinas por los que no son especialistas y que se refleja en los obstáculos para los no iniciados que a veces exhiben los textos académicos como señal de sabiduría. Y se requiere enfrentar con creatividad y sin complejos intelectuales el reto de hacer que los libros alcancen la mayor circulación posible, cosa que en estas editoriales no suele ser un problema de precios sino la suma de dificultades de logística en la distribución y fallas en el  mercadeo o inexistencia pura y simple de esfuerzos en este campo. Unas carencias en la etapa final  de un proceso que termina por hacer irrelevante un trabajo tan lleno de méritos en las etapas anteriores, en particular en la escritura y en la edición.

Es probable que las limitaciones en la difusión sean el resultado de un círculo vicioso que restringe el flujo de información entre ellas y los medios de comunicación. La poca atención que esos medios le prestan al trabajo que ellas desarrollan es sin duda una fuerte barrera al desarrollo de programas de difusión que utilicen estos medios, por eso no es extraño que en la preparación de este número de piedepágina nos tropezáramos con un buen indicio de estas dificultades al tratar de reunir información sobre lo que han hecho y lo que planean hacer algunas editoriales universitarias. Pero también en ese territorio se ven señales alentadoras en la medida en que los libros parecen cobrar mayor importancia en los medios: la aparición de Arcadia y la persistencia de la revista de libros, amabas del grupo Semana, abren espacios muy útiles a esta divulgación y con seguridad no dejará de ocuparse de un fenómeno tan interesante.

Se trata, como probablemente en todos los procesos culturales, de abrir canales de circulación y eliminar barreras, que es lo que garantiza el acceso más democrático y tal vez la fórmula más eficaz para la supervivencia de lo que es valioso. Con seguridad más eficaz que cualquier método restrictivo que permita que un dedo aparentemente ilustrado, que ingenuamente se supone será respaldado por la fuerza de los aparatos burocráticos del Estado sin que ellos intervengan en la selección, nos indique lo que se debe consumir y en que proporciones o cuotas. Acompañaremos pues con entusiasmo estos procesos de desarrollo con la esperanza de que se consolide y se convierta en uno de los grandes impulsores de la creatividad nacional.

 


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