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Revista de Libros
No. 3  l  Abril 2005


LA ARQUITECTURA COLOMBIANA Y EL SENTIDO DE LUGAR
Sociedad Colombiana de Arquitectos

Por Alberto Saldarriaga Roa

En los últimos 25 años se ha consolidado en Colombia el interés por investigar y escribir acerca de los temas inagotables de la ciudad y la arquitectura. En ese período se contabilizan fácilmente unos cuatrocientos títulos publicados sobre temas de ciudad y arquitectura. La cifra es pequeña en comparación con la producción de países como Argentina y México, de larga tradición editorial en temas de ciudad y arquitectura, y es mínima frente a la inmensa producción española. Pero aquí es sorprendente, sobre todo por situarse en un medio profesional relativamente ágrafo.

El desarrollo de este pequeño “boom” de publicaciones sobre el mundo construido en Colombia ha desencadenado discusiones acerca de cómo deben ser los contenidos y formatos de publicación. Por una parte se critican, por superficiales, los “libros de mesa” bellamente editados y por otra se critican los libros de corte académico pobremente presentados. El equilibrio entre estos dos polos no parece ser fácil de alcanzar. La publicación de un libro de muy buena calidad editorial es costosa. La divulgación amplia del conocimiento requiere de ediciones modestas y precios accesibles, especialmente para los estudiantes, quienes forman el grupo de mayor demanda. A pesar de las cifras alcanzadas, muchos resultados del trabajo del grupo cada vez más amplio de investigadores en los temas de ciudad y arquitectura permanecen aun inéditos.

En diciembre de 2004 se puso en circulación el libro titulado Arquitectura en Colombia y el sentido de lugar. Últimos 25 años , publicado por la Sociedad Colombiana de Arquitectos, regional Bogotá-Cundinamarca, como apoyo a la exposición itinerante del mismo título. El libro es un intento por alcanzar el equilibrio deseado. En él se combinan dos textos introductorios bastante extensos con la presentación de un conjunto de 48 obras de arquitectura agrupadas en siete categorías clasificatorias: la disolución de los límites, transparencia y levedad, el reencuentro de lo público, lugar y preexistencia, la geografía como lenguaje poético, el recorrido y la experiencia del espacio, y forma y materialidad.

El esfuerzo es apreciable desde muchos puntos de vista. Hay un propósito didáctico, todos los textos se presentan en tres idiomas: español, inglés y francés, la fotografía es de muy buena calidad, lo mismo que el trabajo editorial y de impresión. El libro busca superar el simple carácter de complemento de una exposición de obras construidas para convertirse en un texto de consulta. Además de dos grandes afiches, incluidos como anexos, se presenta una cronología bastante detallada de sucesos internacionales y nacionales, a manera de contexto específico de la muestra.

El punto de partida es algo difuso: una selección de obras para ser presentadas ante el mundo como representativas del “sentido de lugar” propio de la arquitectura colombiana de los últimos 25 años. Frente a un universo posible de obras bastante extenso, la escogencia debía apoyarse en criterios muy claros para evitar arbitrariedades. Muchos han criticado a las bienales de arquitectura por ser una especie de concurso de belleza en que se seleccionan y premian obras singulares de acuerdo con los criterios variables de un jurado. La escogencia de los ejemplos incluidos en la exposición no presenta mayores diferencias. El propósito ambicioso de consagrar ante el mundo, en una exposición itinerante, una selección de obras representativas de un enfoque particular y propio de la arquitectura colombiana es de por sí difícil de alcanzar. Los criterios orientadores, manifiestos en las siete categorías clasificatorias, se emplean como escudo de defensa de esa selección y al mismo tiempo señalan sus debilidades.

Los autores proponen el “sentido de lugar” como algo característico de la arquitectura reciente en Colombia y para ello se apoyan en las categorías mencionadas. Valga la pena aclarar que no hay nada mas evasivo y difícil de explicar que dicho sentido. No hay una teoría propiamente dicha, no hay fórmulas precisas, no hay cánones, solo hay interpretaciones que se traducen en realidades tangibles. El lugar, como bien se dice en el libro, no lo constituyen solo las obras materiales, en él participan los valores culturales que hacen parte de la vida de las personas y de las comunidades en contacto con el medio natural y con la ciudad. El lugar es una experiencia humana traducida a la arquitectura y como tal sus posibilidades y matices son múltiples.

El riesgo planteado es asumido por los autores de la exposición y del libro con una curiosa mezcla de valentía y timidez. Hay valentía en el intento de definir y demostrar el sentido de lugar presente en la arquitectura colombiana más reciente. Pero en la selección final se percibe el temor de “dejar por fuera” a algunos profesionales destacados cuyas obras, correctas por cierto, no proponen nada especial en pro o en contra del sentido de lugar. También se advierte el temor de destacar demasiado la obra de otros arquitectos que indudablemente la merecen. La neutralidad de las categorías permite que se igualen, en teoría, todas las obras seleccionadas.

Uno de los aportes importantes de este libro es el texto introductorio titulado “La construcción del lugar y la tradición de la arquitectura en Colombia”, escrito por Carlos Niño Murcia, asesor histórico y crítico del proyecto. Este texto presenta en pocas páginas y de manera condensada la historia de la ciudad y la arquitectura en Colombia desde el período prehispánico hasta el presente. Un segundo texto titulado “Arquitectura en Colombia y el sentido de lugar. Encuentros y desencuentros” escrito por Sergio Trujillo Jaramillo, curador del proyecto, avanza en consideraciones sobre el sentido de lugar, refuta con vehemencia algunas propuestas contemporáneas que considera equivocadas y se constituye en un aporte conceptual significativo.

Una falla protuberante tanto del libro como de la exposición es la ausencia de la ciudad. No hay una presentación explícita de la situación actual de la ciudad colombiana, no hay imágenes o indicadores que permitan, a un público extranjero, entender aun cuando sea en forma superficial el contexto urbano en el que se localizan las obras seleccionadas.

En resumen, tanto en el libro como en la exposición se presenta una buena selección de obras de la arquitectura realizada en Colombia en los últimos 25 años. No están todos los que son ni son todos los que están. El contenido amerita la discusión. Los sobrantes y las omisiones se pueden debatir internamente, en el contexto colombiano; a nivel internacional nadie los va a entender. La exposición es transitoria, el libro es un aporte duradero.

 

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