Revista de Libros |
No. 2 Marzo 2005 |
Del Director Moises Melo Un buen balance En el año 2004 se alcanzaron nuevas marcas en la producción editorial colombiana y se superó la barrera de las nueve mil primeras ediciones. La cosecha fue, pues, abundante. Pero ¿fue buena? Aunque apenas comenzamos a observarla con juicio desde cuando comenzamos a trabajar en el primer número de esta revista en los meses finales del año, teníamos la impresión de que había bastantes libros que valían la pena en una gran variedad de temas. Si bien no estábamos preparados para hacerlo, nos pareció necesario no dejar pasar la oportunidad e intentar iniciar un balance señalando los libros que para la redacción de la revista eran los más valiosos del año. Nos apoyamos en entrevistas con numerosos amigos, con algunos libreros y con los colaboradores habituales. Nos dimos cuenta muy pronto de que nuestra selección sería con seguridad incompleta y para no multiplicar los errores tuvimos que reducir el universo a los libros de autores colombianos cuya primera edición nacional se hacía en el 2004. Lamentamos dejar así por fuera libros excelentes y a veces temas donde las traducciones componen el grueso de lo que se edita. Una buena parte de los títulos seleccionados están reseñados en una de las dos ediciones de la revista. Para no ser reiterativos y por razones de espacio nos limitamos a proponer la lista remitiendo a nuestros lectores a las reseñas publicadas con la promesa de que completaremos las que faltan en el próximo número. Como una tarea en marcha que debe ser completada y corregida por nuestros lectores, proponemos pues una selección de los mejores libros colombianos del 2004. El tema de cubierta es Delirio , el libro de Laura Restrepo que obtuvo el premio Alfaguara y que fue, junto a Memoria de mis putas tristes de García Márquez, el libro colombiano que tuvo el mayor impacto internacional, medido por la cantidad y calidad de comentarios que se publicaron y por el número de países donde alcanzó el primer lugar en las listas de los más vendidos. Estas listas de los más vendidos suelen ofrecer a los lectores una buena guía para moverse en el abigarrado paisaje de las nuevas ediciones, pues aunque no dicen nada sobre la calidad de un título sí hablan de cómo lo reciben los compradores. Pero para ello es necesario que reflejen con bastante precisión las realidades del mercado y que los lectores confíen en que es así. Tenemos la impresión de que eso no ocurre aquí y que en Colombia no es posible aún establecer listas confiables de los libros más vendidos y por eso muy pocos lectores y libreros utilizan las listas publicadas. Aunque en épocas recientes algunas librerías han comenzado a elaborar y entregar listas tomadas de los registros de facturación que indican con certeza el lugar que ocupa un libro en el orden de ventas durante un período, esas listas no tienen ningún dato sobre la magnitud de esas ventas. Así es posible que en determinada semana el libro más vendido alcance cifras de miles mientras en otra semana el más vendido apenas llegue a cientos. Sin la información sobre las cantidades no es posible por ejemplo hacer resúmenes y establecer los más vendidos para un año o consolidar cifras para una ciudad o el país, como lo muestra el artículo de Marcelo Riccardi. Estamos tratando en compañía con algunos libreros de encontrar una metodología que nos permita elaborar unas listas objetivas y confiables. Cuando lo logremos publicaremos nuestra propia lista de los más vendidos. Tenemos que agradecer las numerosas cartas de apoyo que recibimos, las que alcanzamos a publicar y las que por razones de espacio tuvimos que dejar por fuera. Ellas nos muestran que muchos han acogido con entusiasmo nuestra invitación a reunirnos cada dos meses a hablar de libros. Los logros que esas cartas señalan los debemos a un buen grupo de entusiastas colaboradores que han hecho suya la idea de esta publicación. Entre ellos debemos destacar la generosidad con que nos ayudan con comentarios, informaciones y materiales nuestros amigos de las librerías Arteletra, Caja de herramientas, San Librario y Lerner, de Bogotá, y Al pie de la Letra de Medellín. También al grupo de anunciantes que cree con nosotros que un medio como este es necesario para el desarrollo del sector y con sus avisos hace posible su publicación. |