Revista de Libros |
No. 12 l Agosto 2007 |
Leonardo Valencia Libros: Textos en internet:
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Fragmentos para un adios a la novela Por Leonardo ValenciaLo mejor será abrir espacios en blanco. Que entre los fragmentos se escuche la metamorfosis, acaso el rumor de la fuente. * Cada libro que has escrito ha sido una mutación. Todos provienen de tu primer y único libro de cuentos que todavía no tiene fin: La luna nómada. * El desarraigo ha sido, más que un tema, un modo de ser. Por eso te parece innecesario publicar un nuevo título de cuentos. Así que, cuando hay una reedición, añades a La luna nómada los cuentos nuevos sobre las formas del desarraigo. Y en el último párrafo del último cuento del libro, “La bruma”, inscribes la palabra-matriz de tus próximos libros que están en larva. Así la luna sigue en órbita a tu propio ritmo: siempre la misma, siempre distinta. * Te acercaste a la novela como quien se acerca a ver la promesa del mar y las rutas de viajes posibles. Lo que has encontrado es un balneario saturado y una aduana sin gracia, llena de turistas y de mercaderes y de ruido. Oclusión de la fuente. * Adiós a la novela. Difícil libertad de aire fresco: que los editores se queden perplejos, que la crítica no dé en el blanco o se silencie, que un libro se vuelva contraseña, descubrimiento luminoso en un saldo, y que se relea en dos tiempos espaciados entre sí. * Un único libro de cuentos, eso es. Quien te hizo descubrir esa posibilidad fue Roberto Juarroz en una conversación sobre su Poesía Vertical. Fue en Lima, en 1994. Sólo lo viste una vez. No sabías que estaba desahuciado. Tu primer maestro: un poeta. * Otros maestros: Lautréamont, Jabès, Perse, Char, Pessoa, Cernuda, Stevens, Paz, Adonis, Westphalen, Vinyoli. No son lecturas de novelista. No eres un novelista. * Pero tampoco puedes escribir versos. He ahí el dolor. Tu escritura va detrás de una palabra siempre ausente. * En El desterrado evitaste el narrador en primera persona. No querías que lo testimonial de tus veinte años supliera la construcción que es toda prosa. Tu novela tenía que valerse no por la referencia a ti, o a tu época, o a tu país, o a la identificación rápida del lector con un tema. El desterrado debía abandonarse a su propia consistencia. Pusiste a tu novela en una situación desvalida creyendo que esa era su mayor fuerza. * “Llega un momento –escribe Juarroz– en el que el lenguaje abandona su papel operativo e instrumental y pasa a ser prueba o caución de lo indecible. Y más todavía: pasa simplemente a ser. Es la culminación del lenguaje, que se convierte entonces en el hombre mismo y adquiere su mayor dimensión de realidad, exigencia y desnudez.” * Adiós a la novela. * El fragmento, tentativa de puente entre la poesía y la novela. No la fragmentación desde la que no arrancan las historias, sino a la que se llega luego del ruido de tantas historias que se mimetizan entre sí. “More and more and more fragments, and the whole thing emerges”, dice David Lynch buscando al Gran Pez. * Un proceso continuo de muda de la voz: la metamorfosis puede encontrar sitio en el territorio de libros impredecibles. Buscar esa escritura donde se encuentre ese kairós repentino, y al mismo tiempo largamente preparado, que está más allá de la redacción de una historia. * Sólo así pudiste estar en disposición para la escritura de El libro flotante de Caytran Dölphin, con un adiós a la novela. * Empiezas a sospechar que en donde realidad estás, en donde en realidad eres, es en la constante de las mutaciones. Somos ese silencio entre cada metamorfosis de escritura. * En El libro flotante de Caytran Dölphin (¿una novela?) utilizas un narrador en primera persona. Sin embargo, lo saboteas con el libro paralelo en internet: www.libroflotante.net. Allí los lectores escriben y reescriben y comentan los fragmentos del libro impreso. La mutación de la escritura continúa gracias a la fabulación poética que permite la escritura fragmentaria. Tus lectores tienen que esforzarse: invitación a la metamorfosis. Bienvenida al lector. * No hay que quedarse en la orilla de la novela. Surcar las aguas en todas las direcciones, escuchar al viejo océano, activar la herencia paralela que en nuestra lengua ha explorado formas más allá de la herencia de las crónicas. Escribir desde la fuente hacia el mar abierto. (El libro flotante de Caytran Dölphin, Editorial Funambulista, 2006) |