Ilustración: Manuel Gómez |
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Opiniones sobre Bogotá 39
Diego Trelles Paz / Edmundo Paz Soldán / Fernando Iwasaki / Jesús Ernesto Parra / Jorge Carrión / Julio Ortega / Luis Fernando Afanador / Ramón González / Salvador Luis
Diego Trelles Paz
Escritor peruano
Página personal
¿Qué opina de la selección de Bogotá 39?
Es acertada en muchos casos pero, al mismo tiempo, brumosa en términos del proceso de selección. No entiendo mucho cuál es la utilidad de un jurado que lee recomendaciones de terceros y no los libros de los aspirantes. Lo que se genera es una especie de pugna desigual entre editoriales poderosas y pequeñas, además de un coro de voces de escritores “consagrados” e “influyentes” que sueltan en los medios frases del tipo “este chico debe estar”. Por otro lado, que los tres jurados sean colombianos y que Colombia sea el único país con seis participantes, me genera cierta inquietud.
¿Qué autores y qué obras de los seleccionados recomendaría? Lamentablemente, no los he leído a todos. Me interesa el trabajo de Andrés Neuman (Bariloche), Daniel Alarcón (Guerra a la luz de las velas), Santiago Roncagliolo (Crecer es un oficio triste) y Alejandro Zambra (Bonsái). Estos cuatro autores tienen una propuesta estética peculiar, distinguible, y se observa en ellos una voluntad por forjar un estilo, una voz propia que sea consistente no sólo con sus influencias literarias sino también con otras disciplinas artísticas como el cine, la música o el cómic. También he leído con interés relatos sueltos de Álvaro Enrigue y de Rolando Meléndez. De Iván Thays, recomiendo Las fotografías de Francis Farmer.
¿Qué autores que han debido entrar están fuera?
La expresión “escritor joven” tiende a ser peculiar y conflictiva en el terreno de la literatura. Un escritor de 40 años es definitivamente un escritor “nuevo” si empieza a publicar a los 35 y, siguiendo esta lógica, también podría ser “joven” si equiparamos juventud con escasa productividad y poca experiencia. A mí personalmente me resulta difícil ubicar a Jorge Volpi dentro del rubro de lo que Abad Faciolince llama “los escritores más jóvenes de América Latina que ya hayan publicado al menos un libro destacado”. Desde mi perspectiva, tanto Volpi, como Iván Thays o Leonardo Valencia son escritores más cercanos a Alberto Fuguet, Ignacio Padilla o Edmundo Paz Soldán. Es decir, a escritores con una trayectoria mucho más amplia y reconocida, y que tienen experiencia para obsequiar en Congresos Literarios. La inclusión de Volpi, por ejemplo, deja fuera a un escritor mexicano muy interesante y realmente joven como Tryno Maldonado, y uno se pregunta si aquello tiene alguna lógica.
Edmundo Paz Soldán
Escritor y profesor de literatura
Blog personal / Blog Club Cultura
¿Qué opina de la selección de Bogotá 39?
No conozco a todos los autores. Sí conozco a más de la mitad; todos los que conozco merecían estar en la selección. Me parece una selección bien representativa, que ha tratado de ser lo más abarcadora posible.
¿Qué autores y qué obras de los seleccionados recomendaría?
Hay muchos libros que podría recomendar, pero en este momento mencionaré sólo los que más me han impactado recientemente. En novela, Historia secreta de Costaguana, de Juan Gabriel Vásquez. Es una novela redonda, que se atreve con la historia colombiana del siglo xix con una mirada nueva. En cuento, Cinco, de Rodrigo Hasbún. Tres de esos cuentos son sencillamente perfectos. En Hasbún hay algo de la malicia de Onetti, más el mundo asfixiante de ciudad chica de Puig, cruzado con su lectura de Carver.
¿Qué autores que han debido entrar están fuera?
El primer nombre que se me viene a la cabeza es la chilena Lina Meruane. Una escritura que trabaja mucho con el lenguaje, que tiene un toque experimental y una gran fuerza narrativa. Otro es el mexicano Ignacio Padilla, uno de los que ha roto esa conexión tan fuerte que existe en la literatura latinoamericana entre la nación y la obligación de narrarla. Padilla se anima a ambientar sus novelas y cuentos en el África, en Nepal, en Europa central, y generalmente sale airoso del desafío..
Fernando Iwasaki
Escritor, editor y crítico literario peruano
Página personal
¿Qué opina de la selección de Bogotá 39?
Me parece bien, porque la vida no empieza a los 40 y la literatura tampoco. Y además, sería terrible tener que cargar con el sambenito de “escritor joven” después de los 40. De hecho, después de los 35 ya me molestaba.
¿Qué autores y qué obras de los seleccionados recomendaría?
Una vez Argentina de Andrés Neuman, Historia secreta de Costaguana de Juan Gabriel Vázquez, El libro flotante de Qaytran Dölphin de Leonardo Valencia, El cementerio de sillas de Álvaro Enrigue, Desde las cenizas de Claudia Amengual y cualquier libro de Jorge Volpi. ¿Qué autores que han debido entrar están fuera? ¿Por qué han debido entrar? Me parecería arbitrario quitar a unos para poner a otros y más todavía porque no conozco la obra de todos. Sin embargo, yo sólo habría seleccionado a escritores menores de 35 años.
Jesús Ernesto Parra
Editor revista Plátano Verde, Venezuela
¿Qué opina de la selección de Bogotá 39?
Resulta curioso que una lista latinoamericana tengo un alto, y quizá desmedido, número de ciudadanos del país que la armó. Sabemos que una lista puede ser intrascendente a la luz del tiempo y que este tipo de autogoles se cometen en todas partes, pero es poco elegante y burdo que todos nos demos cuenta. Las preguntas obvias: ¿Quién armó esta lista? ¿Cómo se hizo el proceso? ¿Es que ninguno de estos tipos ha leído a Dani Umpi? ¿Qué autores de los seleccionados recomendaría? ¿Por qué? Fabrizio Mejía Madrid, Andrés Neuman, Alejandro Zambra, Iván Thays (los primeros cuentos, nunca su blog). ¿Por qué más? Son buenas lecturas.
¿Qué autores que han debido entrar están fuera? ¿Por qué?
Dani Umpi, Alejandro Rebolledo, Federico Levín, María Eugenia Rombolá, Natalia Moret, Hector Bufanda. Quizá porque la experiencia de leerlos sea más grata que los libros de Jorge Volpi.
Jorge Carrión
Escritor y crítico literario del diario La Vanguardia y la revista Quimera, España
¿Qué opina de la selección de Bogotá 39?
Me parece que el principal error consiste precisamente en la cifra, absolutamente arbitraria. Sospecho que alguien decidió de antemano que era necesaria la presencia de algún amigo que justo tendría 39 años en las fechas del evento. Por ejemplo, no veo la necesidad de incluir a Jorge Volpi, un autor institucional y consolidado, a no ser que el festival no quiera explorar la emergencia y sí la repercusión que proporciona el colocar nombres más o menos mediáticos. Un segundo error, no menos destacable, es la propia concepción de América Latina y Brasil, con la exclusión de España y de la literatura norteamericana en español, dos puntos importantes en la experimentación literaria en nuestra lengua. En un mundo como el nuestro, el esencialismo y el nacionalismo latinoamericanista que inspira el encuentro me parecen anacrónicos.
¿Qué autores y qué obras recomendaría?
Sigo desde prácticamente sus inicios a Juan Gabriel Vásquez, cuyo mejor libro hasta la fecha, a mi juicio, es Los informantes. Tanto a él como a Leonardo Valencia los conocí gracias a la tarea de puente interoceánico que hizo en su momento la revista barcelonesa Lateral (en este sentido: ¿hasta qué punto las revistas del otro lado del Atlántico tienen esa voluntad?). Leí la novela de Guadalupe Nettel, El huésped, cuyo inicio me interesó mucho por su arriesgada conjugación de novela de terror, psicología infantil y paisaje urbano mexicano. De México he leído las novelas y sobre todo las crónicas de Fabrizio Mejía Madrid, el Woody Allen de las letras mexicanas (por su cultivo inteligentísimo de la ironía aplicada a lo real inmediato), que aunque tenga 39 años sí que pertenece, desde mi perspectiva, a la generación del relevo de temas y formas; Álvaro Enrigue es un cuentista excelente, su último libro publicado en España lo premiamos en la revista Quimera como uno de los mejores de 2006. Daniel Alarcón e Iván Thays también me interesan mucho, por motivos contrarios pero convergentes: cómo ser un buen escritor en Perú sin salir de Perú; cómo serlo desde la emigración a los Estados Unidos, en una lengua nueva (la selección de Granta que lo incluye se caracteriza precisamente por la cantidad de estadounidenses con raíces migrantes recientes). Ena Lucía Portela es una escritora a tener muy en cuenta, uno de los pocos nombres de la literatura experimental en la selección que se propone.
¿Qué autores que han debido entrar están fuera?
Todo festival es una lotería. No se trata de nombres concretos, se trata de un espíritu. Si un festival es una feria de vanidades, un huracán mediático, nada que objetar. Si un festival es la plasmación de una tesis, un horizonte teórico, una voluntad de algo: ¿qué propone este? La selección de autores argentinos es clara y de algún modo ejemplar: los de mayor proyección en España no son los que en su propio país tienen más prestigio, ni, sobre todo, un proyecto más sólido que plantee la literatura como dirección de futuro. Yo sólo entiendo este tipo de encuentros de “nueva narrativa” como una apuesta por el riesgo. Este festival lo evita, por eso no me interesa. Más que nombres concretos, hablaría de tendencias que deberían haber estado representadas: los escritores más experimentales de Buenos Aires (algunos vinculados con iniciativas colectivas como Eloísa Cartonera, otros vinculados directa o indirectamente a revistas más sesudas como Punto de Vista u Otra Parte, otros con relaciones sólidas con el mundo del cine), los cronistas y cuentistas del ámbito de Etiqueta Negra (Perú) o de Plátano Verde (Venezuela), y los representantes de la nueva narrativa de los ámbitos excluidos (literaturas indígenas híbridas, España, Estados Unidos...), por poner algunos focos como ejemplos posibles. En este sentido, los grandes encuentros del mundo del arte deberían ser el modelo. Hace falta un comisario o una comisión con suficiente capacidad de reflexión teórica, suficiente conocimiento de campo y suficiente espíritu de riesgo como para configurar un abanico representativo y perdurable, afín a una idea fuerte que no he sabido ver en la página web de Bogotá 39. Si es por falta de información o de perspectiva por mi parte, espero que me sepan perdonar.
Julio Ortega
Crítico literario, profesor de la Universidad Brown, director de la Serie Futura de la Biblioteca Ayacucho
Página personal
Le falta al encuentro una motivación más productiva que la mera suma de escritores. Ojalá el diálogo sea creativo, porque tanto la convocatoria como la puesta en escena parecen más producto del presupuesto disponible que de la necesidad de reflexionar críticamente. En Colombia, a falta de una mejor literatura se están prodigando las escenas de protagonismo: el sueño del congreso propio está reemplazando a la buena escritura, y la plaza pública es aquí la pantalla de televisión. La primera pregunta que debe plantearse este encuentro es por los mecanismos de su propia producción: ya el título es abusivo, no se trata de “la literatura latinoamericana” sino de la narrativa (la poesía está ausente). Luego, el criterio es dudoso: ¿por qué menores de 39 y no de 40? Estas ferias amenazan con convertirse en otro modo de prolongar la juventud. Pero después de los 35 años y varios libros, premios y becas, un escritor es ya un ciudadano de la república de las letras, y debería, democráticamente, ceder su lugar. Es ligeramente patético representarse como joven sin conciencia del relevo. Por lo demás, están ausentes varios de los más prometedores. Curiosamente la mayoría ausente es de escritoras: Florencia Abbate, Mariana Enriquez y Oliveiro Coelho (Argentina); Andrea Jeftanovic y Lina Meruane (Chile), Claudia Ulloa, Luis Hernán Castañeda, Ezio Neyra (Perú); Margarita Posada y Carolina Sanín (Colombia); Armando Luigi (Venezuela)... Sugiero, con esperanza, ejercitar el espíritu crítico, el más creativo.
Luis Fernando Afanador
Crítico de libros, revista Semana, Colombia
Escoger 39 escritores menores de 39 años es, en principio, algo arbitrario e intrascendente. Si la selección se hubiera hecho a finales del siglo xvi no hubiera clasificado un tal Cervantes quien escribió El Quijote bien pasada esa fatídica edad. ¿Por qué 39? ¿Qué pasa en la mente de los novelistas después de los 39 años, 11 meses, 31 días, 23 horas, 59 minutos y 59 segundos? ¿Se extingue fatalmente la posibilidad de ser una promesa? Según nos enseña la historia de la literatura, la novela es un arte de madurez y luego de los 40 años algunos escritores nos han dado sus mejores obras. ¿Y qué tal los numerosos casos de novelistas tardíos? La juventud y las cifras exactas nunca ha sido un criterio literario serio y por lo tanto no vale la pena botarle mucha corriente. Lo que importa –y lo que siempre ha importado y lo que al final quedará– son las obras. Dentro de 20 años muy poco nos importará esta lista –¿alguien siquiera se acordará?– porque no pasa de ser una anécdota marginal saber si Vargas Llosa, por ejemplo, escribió Conversación en la catedral antes o después de los 39. Ahora bien, como proyecto cultural, me parece una buena idea (yo, como burócrata, hubiera hecho lo mismo). Los listados de los mejores y la apuesta al futuro son fórmulas probadas: a la gente le gusta y, en consecuencia, a los medios también les encanta. Sin duda, habrá mucha bulla y mucha divulgación alrededor de este evento, lo cual puede ser positivo: tal vez conoceremos varias obras que valgan la pena y que de otra manera no circularían por el ámbito latinoamericano, como nos han dicho que va a ocurrir. De los 39 conozco sólo a 8: algunos, por lo que les he leído, me interesan mucho y me parecen prometedores. Otros, sinceramente, no. Aunque, para ser coherente con mi tesis, no los descartaría: es posible que nos sorprendan después de los 39. En literatura no existe la palabra desahucio. Para nadie: ¡ojo con los viejos y con los jóvenes! Por lo pronto, me queda la tarea de leer a los 31 que me faltan. Y en mis próximas compras del Baloto voy a incluir el número 39. Si no es un número cabalístico quien quita que sea un número de suerte.
Ramón González
Editor revista Letras Libres, México
Artículos en Letras Libres
¿Qué opina de la selección Bogotá 39?
Todas las listas tienen algo de arbitrario –empezando por los criterios con que se confeccionan–, pero probablemente eso es lo que hace que despierten la curiosidad y, más tarde, las discusiones. En ese sentido, la selección de Bogotá 39 me parece perfecta: es ligeramente caprichosa (menores de 39 años), pretende abarcar más de lo que razonablemente se puede (un inmenso continente), es discutible (todas lo son). Es decir: se trata de una selección muy útil para algo enormemente importante para la literatura: hablar de literatura.
¿Qué autores y qué obras de los seleccionados recomendaría?
Me interesan especialmente Juan Gabriel Vásquez y su Historia secreta de Costaguana y Álvaro Enrigue e Hipotermia. De Daniel Alarcón no he leído más que un cuento, “El rey siempre está por encima del pueblo”, pero me pareció muy bueno. También Abril rojo, de Roncagliolo.
¿Qué autores que han debido entrar están fuera?
Puestos a aumentar la arbitrariedad de la lista, yo habría incluido ahí también a los escritores españoles: hay argumentos sensatos para pensar que forman algo conjunto –no sé exactamente qué– con los latinoamericanos. En todo caso, me gustan y no están en la lista Antonio Ortuño (no se pierdan su cuento “La señora rojo”) y sin duda Rafael Gumucio.
Salvador Luis
Director de la revista literaria Los Noveles, Perú
Página personal
¿Qué opina de la selección de Bogotá 39?
Bueno, es obvio que cualquier selección será siempre mirada con amor y con odio, y también con un poco de sorpresa. En mi caso particular, me preocupa de esta lista una sola cosa, el hecho de haber sido producida con algunas influencias un tanto comprometidas. Pienso que la valoración acerca del futuro literario de un continente, de lo que se llama literatura, no la puede hacer una editorial ni un agente, ni siquiera si un jurado de ilustres da el veredicto final. Quizá sólo los críticos y la comunidad de artistas literarios debieron ser los encargados de nominar candidatos para Bogotá 39. De hecho, la lista perfecta no existe, sin embargo, algo huele mal cuando el dueño de la fábrica se involucra en todo, y en eso estamos fallando. Creo que la selección de Bogotá nos da nombres conocidos, semiconocidos y desconocidos. En el fondo se trata de una buena rumba, no hay que negarlo, sobre todo para los asistentes, una reunión de la que sólo se puede disfrutar plenamente en vivo. Y lo vuelvo a decir, como reunión social me parece fantástica, recomendar libros, conocerse un poco, charlar y beber muchas copas. Pero del supuesto fin literario no estoy muy seguro; sigo pensando que, lamentablemente, gente que sólo quiere ganar dinero se inmiscuye demasiado. Y eso siempre es una pena porque empaña lo demás.
¿Qué autores y qué obras conoce y por qué las recomendaría?
Tengo la suerte de estar al tanto de varios de los autores gracias a mi trabajo, a otros los conozco sólo por ecos o charlas con terceros. Me he alegrado al ver los nombres de escritores que conozco personalmente y que estimo. Y sin duda me gustaría recomendar a dos que nunca he tenido la oportunidad de publicar: Gonzalo Garcés y Eduardo Halfon, ambos me parecen muy bien encaminados. Asimismo, recomendaría leer a todos los que no conocemos, al menos por pecar de curiosos, algo que siempre es bueno, claro. Yo ya hice una lista con varios nombres y espero poder cumplir con ella. Si se trata de extravagancias, la verdad es que me ha llamado la atención ese tal Slavko Zupcic; no he leído nada suyo aún, pero creo que con ese nombre bien podría ser el personaje de una novela de guerras.
¿Qué autores que han debido entrar están fuera?
Vaya, la pregunta del millón de dólares. Aquí todo se pone subjetivo. Veamos, creo que hay varios autores interesantes que no están, pero como dije al principio, las listas son todas arbitrarias. Me hubiera gustado, sin embargo, ver el nombre de Tryno Maldonado en la dosis de México, a Florencia Abbate representando a la Argentina, a Lina Meruane entre los chilenos, al guatemalteco Maurice Echeverría y dos caribeños más: Pedro Cabiya, de Puerto Rico, y Rita Indiana Hernández, de la República Dominicana. ¿Un peruano? Creo que me gustan tres: Luis Hernán Castañeda, Diego Trelles Paz y Alexis Iparraguirre. Y Ricardo Sumalavia, así que dejémoslo en cuatro. ¿Por qué han debido entrar? Bueno, fundamentalmente porque no me aburren. Eso es importante cuando se lee un libro. Lo peor que puede suceder es que un escritor te aburra.
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