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No. 10  l  Diciembre 2006

Transmetropolitan
(Veritgo)
Warren Ellis y Darick Robertson

Por David Barrero

El cómic suele ser menospreciado. Se lo considerar un entretenimiento para freaks, seguramente por “el extravagante colorido de nuestros orígenes de revista barata”, como afirmó Bruce Sterling refiriéndose a otro género. Es posible que esto se deba a la moralidad de la mayoría de sus personajes, donde todo es blanco o negro y las zonas grises no están permitidas. El término “villano de caricatura” se refiere a alguien tan malo que roza lo risible. O al menos así era hasta la aparición de Vertigo, una subdivisión de DC comics donde el spandex, los rayos psicodélicos y las frases de cajón no existen. Surgió a mediados de los años 80 como un sello dirigido a un público adulto y más maduro, con guiones complejos e historias, presuntamente más inteligentes: Watchmen, Sandman y Hellblazer, entre otros clásicos, vieron la luz bajo este sello.

Allí, también, nace Transmetropolitan, una distopía postcyberpunk política escrita por Warren Ellis y dibujada por Darick Robertson. Ellis, cuyos primeros trabajos en la escena americana fueron números menores de Marvel, y a quien, tras su paso a DC, se le pidió escribir un título nuevo para el malogrado subsello Helix, cuenta que “empecé pensando en la ciencia-ficción que siempre me había gustado, lo que fue fácil porque era la ciencia-ficción que se acercaba a la ficción social; una tradición que proviene de H.G. Wells, usar el futuro como herramienta con la que explorar el presente. Todo aquello me llevó a pensar en el material periodístico, algo que siempre he leído mucho. Me pareció que era la manera más sencilla y clara de explorar el presente mediante el futuro. Entonces pensé que necesitaba que alguien comprara esta maldita cosa, y para ello la serie tendría que estar centrada en un personaje, así que necesitaba un periodista irresistible, un periodista que fuera divertido de observar. Por supuesto, si hay un hombre que ha convertido la observación de periodistas en un deporte–espectáculo es Hunter S. Thompson, así que Thompson fue la inspiración para Spider Jerusalem. Thompson fue la inspiración inicial y obvia”. Tras desaparecer Helix, Vertigo se hizo cargo de la historia, convirtiéndose en una de las más emblemáticas del sello.

En un futuro cercano superpoblado y terminal, habitado por tipos genéticamente modificados, contaminación por doquier, inteligencias artificiales, incesante bombardeo mediático, una nueva secta cada hora, y regidos por políticos que tensan al máximo el sistema para crear dictaduras que aparentan ser democracias envidiables, Spider Jerusalem –uno de los personajes más carismáticos de la historia del cómic– es un reputado periodista que vive como ermitaño hasta que un buen día tiene que volver a La Ciudad, presionado por su editor, y porque, a su pesar, no puede escribir lejos de ella. Jerusalem es excéntrico, incisivo, de mal humor, antisocial, hedonista autodestructivo, cínico, adicto a todo tipo de drogas, capaz de usar la violencia física cuando se requiere, para llegar al centro de una investigación, y, sin embargo, es la conciencia cívica de la época. Los políticos, la policía, los medios y su mismo editor le temen, las masas lo idolatran pero él no puede evitar despreciarlas, porque lo que más odia del mundo donde vive es su eslogan: “Las mentiras son noticia. La verdad es obsoleta”.

“Siempre pensé que la gente, en esencia, era lista. Distraída, débil y vencida, pero nunca estúpida. Y luego les enseñas: hay dos tipos que quieren ser presidente. Uno es malvado, pero se le puede tratar porque tiene convicciones. El otro dirá todas las mentiras y vestirá todas las máscaras para llegar a presidente, y además los odia, maldita sea, hace esto sólo para joderlos vivo... ¿y a quién crees que votan?... Estúpidos... Antes pensaba que la gente valía la pena... No sé”.

Transmetropolitan es comentario social disfrazado de ciencia ficción: plagado de humor negro, historias disparatadas y divertidas e inverosímil incorrección política, desarrolladas en un futuro que es tristemente familiar.

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