No. 10 l Diciembre 2006 |
Las aventuras de Tintín Por Juan Carlos GonzálezMi hermano y yo conocimos a Tintín, a principios de los años setenta, gracias a la revista argentina Billiken , que llegaba a Cali en esa época. En esa publicación aparecían puntualmente, y en formato de seriado, las aventuras del joven y valiente reportero del copete rojizo en la cabeza y los pantalones estilo Capri. El cómic tenía de todo: un excelente y detallado trazo, una línea argumental atiborrada de situaciones de acción y peligro, unas locaciones exóticas, unos malos antológicos, grandes personajes humorísticos y unos diálogos que no eran condescendientes con sus lectores de cinco y siete años, como éramos nosotros. Con Tintín, a pesar de la repetición constante de esta receta de éxito, nos acompañaba siempre esa sensación de salto al vacío que eran sus aventuras, protagonizadas por un joven -con la ética de un boy scout y los modales de un seminarista- que parecía no temerle a nada y que igual se sumergía en un submarino, atravesaba el desierto en camello o viajaba a la luna, casi dos décadas antes que el Apolo 11. Años después conoceríamos la versión de sus aventuras en formato de álbum, publicadas por Editorial Juventud, que en español constaba de 23 tomos básicos de 62 páginas cada uno, más dos ediciones especiales, Tintín en el país de los soviets (la primera de sus aventuras) y Tintín y el arte alfa (inacabada al momento de la muerte de su autor), todo un tesoro donde se mezclan el deleite de un cómic que dio origen a una legión de fanáticos, con -ya lo adivinan- la nostalgia de los recuerdos de una infancia como la que tuvimos. Obviamente en esa época no nos desvelaba desconocer quien era el creador de nuestro héroe: había alguien llamado Hergé cuyo nombre se anteponía al de Tintín, pero bien habría podido ser el nombre de la empresa que publicaba los cómics. Pero hoy en día ya no es posible ignorarlo más: tras las aventuras de Tintín estaba Hergé, el seudónimo del belga Georges Remi (1907-1983), quien no sólo estudió en un colegio religioso, sino que además fue scout. Autodidacta en su interés precoz por el dibujo, una vez terminados sus estudios secundarios entra en 1925 a formar parte del grupo del departamento de suscripciones del conservador y nacionalista periódico Le XXème Siècle . Tras prestar el servicio militar regresa al periódico, ahora como aprendiz de fotógrafo e ilustrador. El director del periódico, el abate Norbert Wallez, le confía la dirección de un suplemento juvenil, Le Petit Vingtième , cuyo primer número sería publicado el 1 de noviembre de 1928. El origen de Tintín está de una creación previa, Totor, C.P. de los abejorros , publicada entre 1926 y 1930 en Le Boy-Scout Belge . Hergé le cambió algunas letras al nombre, lo hizo reportero para darle libertad de acción y lo acompaño de un fox terrier llamado Milú. Tintín en el país de los soviets apareció en Le Petit Vingtième entre el 10 de enero de 1929 y el 8 de mayo de 1930. Le seguirían Tintín en el Congo , Tintín en América , Los cigarros del faraón , El loto azul , La oreja rota , La isla negra y El cetro de Ottokar . Ahora estamos en 1939, Bélgica está ocupada por los nazis, Le Petit Vingtième está cerrado y Hergé continúa publicando a Tintín en el diario Le Soir , un medio abiertamente pronazi. Es -vean ustedes- la época de mayor esplendor del personaje: El cangrejo de las pinzas de oro (donde se introduce al Capitán Haddock, a partir de ahí eterno compañero de aventuras de Tintín), La estrella misteriosa , El secreto del unicornio , El tesoro de Rackham el Rojo (en el que debuta el siempre despistado profesor Tornasol) y Las siete bolas de cristal . Los aliados recuperan Bruselas en septiembre de 1944, Le Soir es cerrado y Hergé arrestado en varias oportunidades por colaboracionista. Del ostracismo laboral saldrá dos años después cuando el editor Raymond Leblanc le da el apoyo financiero que requiere para crear el semanario Tintín , donde continuaría apareciendo el personaje. Allí verían la luz -entre crisis personales, emocionales y sicológicas de su autor- el resto de sus aventuras: El templo del sol , Tintín en el país del oro negro , Objetivo: la luna , Aterrizaje en la luna , El asunto Tornasol , Stock de Coque , Tintín en el Tíbet , Las joyas de la Castafiori , Vuelo 714 para Sidney y Tintín y los pícaros , su última historieta completa. Un personaje anticomunista, colonialista y racista, las aventuras iniciales de Tintín son tan políticamente incorrectas que hubo que eliminarle los elementos más polémicos en las ediciones posteriores, y centrar las demás historietas en el aspecto aventurero del personaje y no en las motivaciones políticas y de denuncia de su autor -quien, curiosamente, fue crítico con la dominación nazi- que son una mezcla desigual de geopolítica con óptica europea y más de dos gotas de algo de ingenuidad. Pueden verse, si uno quiere, como una colcha de retazos, en clave de cómic, de la situación política y social del mundo a mediados del siglo XX, complementando entonces una visión primera, la del niño que un día fuimos y que esperaba, ansioso, la continuación de Las aventuras de Tintín . |