No. 10 l Diciembre 2006 |
Little Nemo in Slumberland Por Carlo GuillotCierta ocasión navegando por Internet, en algún blog de ilustradores como www.drawn.ca o en algún otro sitio de los muchos (y de variado tipo) que miro a diario, llegué a www.sundaypressbooks.com donde encontré una joya oculta. No había visto referencias, reseñas o artículos al respecto, pero para mí se convirtió en uno de los grandes eventos editoriales del año pasado y tal vez de muchos más años. Era nada más ni nada menos que un libro gigante que contenía más de 100 páginas de Little Nemo in Slumberland, de Winsor McCay, a tamaño real y con un papel simulando la textura y color de los periódicos de la época en que se publicaba. Para hacerme una idea del libro, tomé una regla, la puse en mi escritorio, medí y vi lo inmenso que era. Así que decidí regalármelo de cumpleaños. Bueno, el correo no es tan rápido como las ganas y más de 4 meses después no llegaba. Ante mis reclamos el editor amablemente me envió otro a un casillero. A los pocos días lo tenía en mis manos, es decir, en mis brazos, porque realmente es GIGANTE; amablemente me enviaron un calendario que resultó ser el regalo a mi novia de entonces, lo cual le dio el toque mágico de cumpleaños a cumpleaños. Para quienes no conozcan a Winsor McCay y su obra, basta con decir que es uno de los pioneros y héroes de la tira cómica, y es considerado por muchos como el padre de la animación. Pero aún sin saber esto, uno queda atónito al ver que las hermosísimas ilustraciones eran realizadas hace 100 años, sin la ayuda de la tecnología actual y con infinitamente mayor detalle, cuidado, estilo y originalidad. Viñetas circulares, delicados colores, juegos con el título, y mil invenciones más, con ilustraciones donde los personajes tenían una elegancia y encanto enmarcado en escenarios con arquitectura totalmente detallada y con estética Art Nouveau y Art Decó. El argumento era sencillo: Las aventuras que noche tras noche sueña Nemo antes de aparecer en la última viñeta despierto repentinamente por los regaños de sus padres ante tanto grito y ruido que hacía el pequeño al dormir. Si dichos maravillosos sueños fuesen producto de tanto dulce ingerido por Nemo, como atribuye a menudo su padre, pues me atragantaría en azúcar para ver esas hermosas doncellas, esos fantásticos escenarios y esos encantadores y temibles personajes. En algunos, Nemo es buscado por la hija del rey Morfeo, quien quiere jugar con él, en otros un personaje porta en su sombrero la frase “DESPIERTA” para que Nemo se despierte y así evitar que la conozca, y en otras aparece en palacios de espejos, en viajes en el tiempo, en casas invertidas, volando con cóndores, dragones, montando elefantes. El libro es una fuente de entretenimiento, inspiración, admiración, asombro y ejemplo. Bill Waterson, autor de Calvin & Hobbes, se quejaba del poco espacio que dan los periódicos actuales para las tiras cómicas dominicales, añorando la época en la cual McCay disponía de una página entera para desplegar su imaginación y arte. Tal vez lo más importante de este libro es lo que nos explica el editor Peter Maresca en sus palabras introductorias. Hasta ahora eran pocas las imágenes de Nemo, y las que había eran de tamaño reducido que no permiten ver todo su detalle y riqueza. Por eso decidió compartir con todos la fortuna que él había tenido al conocer al pequeño Nemo en una colección de periódicos originales, y sacó esta hermosa edición que por fin hace justicia a una de las instituciones del arte gráfico y la animación. Por mi parte he decidido leerlo los domingos para, como hace cien años, tener muchos domingos espléndidos. |