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No. 10  l  Diciembre 2006

Calvin y Hobbes
Bill Waterson

Por Claudia Aguirre Minvielle

En lo que a mí concierne,
si algo es tan complicado que no puedes explicarlo en 10 segundos,
entonces probablemente no vale la pena conocerlo de todas maneras.
Calvin

Sin embargo, yo me tomaré algo mas de 10 segundos para terminar por no explicar Calvin y Hobbes y encima quedarme con mil cosas en el tintero... ¿Cómo catalogar esta historieta para adultos –y en muchas ocasiones, para niños-, cuyos diálogos nos hacen reflexionar dos veces antes de reír y en la cual sus personajes principales deben sus nombres a dos filósofos del siglo XVI? En fin, para qué intentarlo, si la riqueza de este cómic está precisamente en esa complejidad implícita en la no hay lugar para juicios de valor, las contradicciones representan variables que lo acercan aún más a lo real y tarde o temprano cada lector se identifica plenamente con el niño, con el tigre o con los dos al mismo tiempo.

La predestinación, los viajes en el espacio-tiempo, la sociedad de consumo, el amor-odio entre los sexos, la educación, la vida y la muerte, la religión, la tele, la familia, la naturaleza, el arte, la (in)justicia... todos estos temas son tratados por Watterson en un maravilloso juego de paradojas –una lectura en primer grado encontraría algunos propósitos, en ocasiones, francamente chocantes– y sarcasmos en el que la risa es un asunto de los mas serios.

A pesar de ese juego de contrastes, cada personaje posee una personalidad que nos permite conocerlo e intimar a lo largo de toda la tira. Tal vez el rasgo que causa más desconcierto es la naturaleza de Hobbes. En palabras de su creador: “El supuesto “truco” de mi tira –las dos versiones de Hobbes- es a menudo mal entendido. No pienso en él como en un muñeco que milagrosamente vive cuando Calvin está cerca. Tampoco lo pienso como el producto de la imaginación de Calvin... Calvin ve a Hobbes de una manera y los demás lo ven de otra. Yo muestro dos versiones de la realidad y cada una tiene sentido para la persona que la ve...” Desde su aparición en la vida de Calvin –¿qué tigre puede resistir una trampa con un sánduche de atún por señuelo? – Hobbes sostiene su orgullo de no ser un humano y muchas veces representa la voz de la razón, frente a un Calvin soñador, cándido y a menudo cruel.

Para completar el juego de paradojas y conservar el principio de realidad frente al idealismo de Calvin, están todos los demás personajes: sus padres, Susie, la niñera, la señorita Ajenjo, su archi-enemigo Moe... como dignos interlocutores de este chico que nos deja perplejos con su envidiable sentido de la respuesta rápida, inteligente y sobretodo oportuna... Calvin vive una gran tensión entre lo imaginario y lo real, y cuando encuentra que la vida, o los demás, no corresponden a sus expectativas, encuentra siempre una escapatoria en una de sus personalidades, en su propio universo.

Watterson se constituye en un envidiable y lúcido observador del mundo de finales del siglo XX; sin tomar partido político o moral, va siempre al ritmo de los acontecimientos. No sólo observamos un cambio en los temas –Calvin sigue teniendo seis años, pero su pensamiento deviene cada vez mas complejo- sino que a lo largo de toda la historieta sobreviene una estupenda evolución en los dibujos, donde a menudo se adivinan las influencias del mejor estilo de los “ cartoonists ” de los años 60 –70's (una de las mas flagrantes es la de Siegel & Shuster, creadores de Superman).

En fin, una de las grandezas de este cómic reside en la personalidad de Calvin, que refleja justamente la complejidad de la que hablamos: en ocasiones sus respuestas corresponden a un chico de 6 años; otras veces la profundidad de sus razonamientos nos dejaría perplejos en la boca de alguien de 30. Ese entrelazamiento del mundo infantil y adulto hace justamente imposible una clasificación del público de Calvin & Hobbes y nos hace aplaudir de pie una de las tiras cómicas mejor logradas de finales del siglo XX.

William Watterson (1958). Realizó estudios de Ciencias Políticas en el Kenyon College de Ohio. Sus primeros dibujos publicados de manera profesional aparecieron en el Cincinnati Post, de donde fue despedido a los 6 meses. Fue rechazado varias veces, hasta que a alguien le llamaron la atención dos de los personajes secundarios de una tira en la que Calvin era el hermanito menor del protagonista y le aconsejó profundizarlos. Sin embargo, este consejero volvió a rechazarlo y Watterson dio algunas vueltas antes de ser aceptado por el Universal Press Syndicate . Allí publica C&H entre el 18 de noviembre de 1985 y el 31 de diciembre de 1995 en más de 2400 periódicos en todo el mundo. Reconoce la influencia de tres cómics: Peanuts , de C. Schulz; Pogo , de W. Kelly; y Krazy Kat , de G. Herriman. Ahora vive su retiro en Ohio, con su esposa y sus gatos. Para tratar de volver al anonimato, pinta, monta en bicicleta y se niega a dar entrevistas.

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