No. 10 l Diciembre 2006 |
Batman Year One Por Erasmo SpickerAntes de Sin City, Frank Miller era ya un ídolo entre los fanáticos de los cómics, gracias justamente al par de novelas gáficas, Dark Night Returns y Batman Year One, donde rescató la imagen oscura de Batman que la serie de televisión había vuelto un chiste. De las dos, que aparecieron por primera vez por tomos en los clásicos DC comics a mediados de los años 80, esta segunda llegó a una perfección formal tanto en la narración como en el desarrollo de los personajes que no sería superada nunca más. Si Arkham Asylum es el escenario en el que el cómic rompe con todos los cánones clásicos para que, al mezclarlo con la pintura y la fotografía, McKean retrata de manera inigualable el enfermizo mundo interior del hombre murciélago, Batman Year One es la celebración del lenguaje más puro del cómic, de las viñetas, los letreros y los recuadros de texto, que Mazzuccheli lleva hasta el límite para retratar minuciosamente el ambiente de Ciudad Gótica, aquí sin gárgolas pero igual de oscura y tenebrosa, que dio origen a nuestro héroe y que le hizo imposible llevar una vida normal. La historia comienza con dos llegadas simultáneas: Bruce Wayne aterriza en su ciudad natal después de varios años de vivir fuera al tiempo que James Gordon, que acaba de ser nombrado comisionado de policía, entra en tren en el corazón de este infierno en la tierra. La historia será contada en contrapunto por estas dos voces: la del millonario en crisis y la de un detective “demasiado humano”. La recepción que les da la gran ciudad nos pone muy pronto en situación: el uno acechado por la prensa de farándula, y el otro llevado por sus colegas a ser testigo del abuso de la fuerza policial. Las imágenes de ambas entradas van acompañadas de una voz en off que nos deja seguir sus pensamientos: Bruce a la espera de una señal que le indique la forma de dirigir su deseo de venganza, James que reza para que su mujer no traiga un niño más a este mundo podrido. Decir que los encuadres son cinematográficos puede ser muy bueno para trasmitir algo de lo que logra este cómic, pero le restaría valor al ponerlo en un segundo plano ante ese otro medio. Porque no es claro cuál toma más de cuál; películas como Seven y por supuesto las adaptaciones al cine de Batman deben mucho de su ambiente sombrío y su riqueza visual a esta novela gráfica. No es sino ver la secuencia de la muerte de los padres de Batman para darse cuenta de que esto no podía ser contado de otra manera. Qué más expresivo que ese plano con el niño sentado solo entre sus dos padres asesinados junto al close-up de sus ojos: “desde ese momento todo dejó de tener sentido en mi vida”. Y al pasar la página, el animal alado que irrumpe en el cuarto de Bruce: allí está, “he de convertirme en un murciélago”. Bruce se da cuenta de que la ciudad está tan podrida en las callejuelas como en los círculos de los más poderosos y que la única manera de combatir el mal es creando un héroe enmascarado que se enfrente directamente a los dos. Y como la policía es de los poderosos, será el comisionado Gordon el encargado de luchar contra este nuevo vigilante nocturno. Este supuesto enfrentamiento marcará la trama de una novela gráfica infinitamente rica, tanto por el sutil tratamiento psicológico de los personajes como por el minucioso retrato de la ciudad y la espectacular representación de la acción. A quien la lea no le cabrá imaginar una ciudad gótica diferente. |