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No. 10  l  Diciembre 2006

Akira
Katsuhiro Otomo

Por elamigolucho

Si se hiciera una encuesta mundial entre los amantes del cómic preguntándoles qué historieta es ideal para un naufragio, Akira de Katsuhiro Otomo seguramente estaría entre los primeros puestos de preferencia. Y no lo digo únicamente porque este manga, con sus más de dos mil páginas, puede servir como un arma contundente, o para hacer una balsa de papel maché. Esta serie, publicada en Japón entre 1982 y 1990 en Young Magazine, es uno de los clásicos del arte secuencial. Desde la relación fraternal de amor y odio de Tetsuo y Kaneda, dos pandilleros de una desbordante Neo-Tokio post-nuclear, se crea una historia en la que convergen las grandes angustias de la ciencia ficción de la última década de la guerra fría a un ritmo trepidante. Otomo puede contar un culebrón de aventuras para adolescentes en el que caben, desde el fin del mundo hasta el comienzo del universo (en ese orden); desde la pesadilla científica hasta la revolución fundamentalista, desde subculturas urbanas motorizadas hasta un Mesías incontrolable.

El manga de Otomo empieza en los últimos giros del espiral antes del juicio final. Han pasado treinta años desde que se declaró la Tercera Guerra Mundial, y el ritmo urbano ultraviolento de las calles de Neo-Tokio está determinado por los enfrentamientos entre las pandillas urbanas. De pronto, Tetsuo, el hermano adoptivo de Kaneda, el líder de una banda de delincuentes juveniles, tiene un accidente que le despierta capacidades mentales sobrehumanas. Como una huella imbo-rrable de los pecados del sueño de la ciencia y la tecnología, han empezado a aparecer una serie de niños dotados con un poder extraordinario, capaz de destruir el planeta. Él es uno de ellos, al igual que Akira, el más poderoso de toda su generación, que “vive” congelado en una base militar bajo tierra. La profecía era correcta, ha llegado la hora de la verdad y no estamos ni siquiera por la mitad de la historia.

Más allá de la ciencia ficción post apocalíptica, uno de los elementos fundamentales de Akira es la relación entre Tetsuo y Kaneda. Este último es el personaje con el carácter y el carisma que en una historieta común le asegurarían el papel de héroe inapelable de sonrisa brillante. Sin embargo, él termina siendo el testigo que nos pone la historia de los nuevos engendros del átomo en términos comprensibles. Por su parte, Tetsuo pasa de ser el clásico perdedor a convertirse en una fuerza de la naturaleza cuyos verdaderos motivos siguen siendo superar la sombra de hermano protector de Kaneda.

Por su parte, Katsuhiro Otomo es un historietista con un estilo particular que difícilmente cabe en las categorías de la industria del manga de su tiempo. El diseño de sus personajes marca una fuerte diferencia con respecto a los mandamientos cartoon de Osamu Tezuka, pero también con respecto a ma-estros de la plumilla como Goseki Kojima. De igual manera, el ritmo narrativo de Akira proviene de un uso maravilloso del manejo subjetivo del movimiento que ha hecho famoso al cómic japonés. En sus páginas se adivinan influencias tanto del manga infantil como del adulto que, sin duda, tienen que ver con el hecho de que Young Magazine, la casa de la serie, fue una publicación que redefinió la historieta para adolescentes enfatizando el dramatismo de la acción y haciendo más complejas las líneas narrativas.

Akira significó para el mundo de los cómics un puente que estableció conexiones determinantes en el desarrollo del universo secuencial. Junto a Dragon Ball de Akira Toriyama, fue el primer manga en conquistar lectores en Europa y Estados Unidos, dando origen a uno de los segmentos más importantes de las historietas actuales. Además, unos meses antes del final de la serie, apareció la película de animación dirigida por el mismo Otomo. Dicha cinta marcó el inicio de una colaboración directa entre los dos medios que cada día es más vigente.

Por su estilo narrativo, porque Tetsuo se da la mano con Rasputín de Corto Maltés, porque definió el destino de la industria comiquera y porque pudo seducir al mundo entero, en una biblioteca de cómics que se respete tiene que estar Akira, el Maracaná de las historietas (disculpando la arbitrariedad geográfica).

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